miércoles, 6 de julio de 2016

La curiosidad que nutre mi vida

Cuando era adolescente, tenía mucha curiosidad por aquellas cosas que aparentemente están prohibidas, pero resultan ser tan interesantes que terminé cayendo en ellas. La curiosidad no ha terminado de matar a esta gata.

Tenía una afición ya adquirida a la lectura, así que un día empecé a leer de oráculos simplemente porque la monja que nos dictaba clase de religión (qué eufemismo) en el colegio nos había dicho que la magia y la adivinación estaban prohibidas en la biblia. Aun así, mi interés se mantuvo intacto y siguió despertándose hasta mi edad adulta. Seguí leyendo de círculos mágicos, de mancias, de la espiritualidad de otras religiones y claro, de hechizos y métodos de meditación. Pero... Sin atreverme a practicar. Me aterraba la idea del infierno cristiano.

Cuando llegó mi primer tarot, supe que había algo para despertar ahí. Saqué las cartas y mi sorprendido padre (alma bendita) me dijo: "¿Es que eres bruja? ¿Cuándo me lees las cartas?" Agaché la cabeza, me sonrojé pero seguí en lo mío.

Con el paso de los años, llegaron las runas y me atraparon. Cada una de las letras del Futhark me hablaba y también me sacudía a bofetadas. Con el tiempo también aprendí que el pasado y el futuro no se leen, porque el presente es el momento de mayor poder. Del pasado solamente quedan los aprendizajes que rigen (o no) el presente y del futuro no hay nada hasta que tu presente lo determine.

Y heme aquí, luego de un laaaaaaaaaaaaargo debate interno, ofreciendo mis servicios para que tú, mi queridx lectorx, tengas una terapia de Reiki y una lectura de runas de mis manos. ¡Anímate, por amor a ti!