viernes, 26 de enero de 2018

Quindío, corazón mío

Con este lema, la gobernación del Quindío en 1995 buscaba posicionar el departamento como una fuente de turismo basada en el paisaje cafetero que ahora se reconoce por la Unesco como patrimonio de la humanidad.

Aunque la campaña en su momento se quedó en eso, con el terremoto de 1999 resurgió como una forma de motivar a los locales para no decaer con la tragedia y hoy, ante la vida que me sonríe en Antioquia, retomo la frase para agradecer las experiencias que he vivido y que confío que seguiré percibiendo en el mágico Quindío.

Más de una vez he ido a visitar a mi madre y amistades en este año y medio reciente, mientras me apartaba del medio virtual por circunstancias laborales que me dejaron muchos aprendizajes, entre ellos, no hacer a un lado la vocación que me llevó a estudiar periodismo. Sin embargo, en mi visita más reciente, obtuve una bella respuesta de la naturaleza que quiero compartirles.

Con un buen amigo biólogo, docente de la licenciatura en ciencias naturales de la Universidad del Quindío y escéptico por gracia, recorrimos un trayecto en Calarcá: un tramo sencillo con una leve inclinación en un día maravillosamente nublado.

Con el contacto al aire puro de la montaña, mis sentidos se agudizaron y en silencio saludé a los elementales: las ondinas, los silfos y los gnomos no se hicieron esperar. Las flores se presentaron con toda majestuosidad, celebrando nuestro encuentro.

Mi amigo me habló de una corriente de agua, pero por fortuna para mí, las ondinas se encargaron de que hubiera cuatro, y la fuerza de la tierra hizo que nuestro recorrido se extendiera hasta alcanzar una cascada, que fue el epítome del viaje.

Estábamos contentos de encontrar ese espacio, y mi querido acompañante sugirió una fotografía, que encontrarán al principio de la entrada. Me trepé en la roca y escuché a las ondinas celebrar conmigo, con nosotros: "¡Es hora de crear una vida nueva!".

De vuelta a Armenia, extendí la sensación de triunfo hasta mi regreso a Antioquia. Y este es el principio de una serie de crónicas que deberán hacerse más continuas, a través de distintos municipios y departamentos. ¡Gracias, Quindío, corazón mío, por tu verde que pervive a través del cemento, no te dejes invadir!

Y gracias a ustedes, mis queridos lectores, por su interés y paciencia. ¡A seguir despertando nuestra magia!

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