lunes, 7 de marzo de 2016

¡Sabios abuelos!

¡Hola, querido lector! Ha pasado un buen tiempo desde mi entrada anterior, gracias por seguir aquí con tu atenta mirada.

Hoy quiero comentar sobre una amorosa experiencia de la pasada celebración de Yule 2015, en las montañas de Copacabana. Mi esposo y yo compartimos el amor por la naturaleza y él es un extraordinario caminante, además de ser un practicante de la tradición Druida británica.

Con dos amigos más, nos dirigimos a la Loma de los Burros la noche del 21 de diciembre, la fecha en que se celebra la noche más larga del año por cuenta del Solsticio de Invierno. Cielo despejado, viento frío, sauces llorones saludando con sus hojas... La noche perfecta para abrir un círculo mágico. Éramos tres brujos y un expectante invitado que esperaba tal vez alguna manifestación oscura... Así que decidimos irnos por lo más sencillo: una pequeña fiesta para entonarnos, juegos de palabras y luego un ritual básico con una fogata.

Mientras las chicas nos quedamos abriendo las viandas, mi esposo se fue a saludar a los abuelos sauces. Es la tradición: el que llega, saluda. Sin embargo, contrario a lo que pensé, se demoró muy poco y regresó con una observación:

- Amor, los abuelos me preguntaron por ti. ¿Vas a ir a saludarlos?
 A lo que repliqué: -Pues sí, ¿en serio te preguntaron por mí? ¿Cómo fue?
- Simple, los saludé y me dijeron "¿Tu amada está ahí? Dile que venga, por favor".
- Ah, caray, entonces cuanto más rápido vaya, mejor. Gracias, mi cielo.

Sí, mi querido lector, los árboles hablan. No es la primera vez que lees esto en mi blog (recuerda la entrada sobre el Parque de Bello), y ciertamente no es ficción. En los árboles viven los espíritus ancestrales de la Naturaleza, por eso les llamamos abuelos, y son tremendos consejeros. Saben más de lo que tú debes sobre ti mismo.

Así las cosas, me acerqué a los abuelos y saludé. Luego pedí permiso, abracé a uno y sentí cómo nuestras energías se fusionaban... Y en esa integración profunda, varios mensajes que no voy a revelar aquí por ser de carácter privado. Lo que sí voy a contar es que las hojas lloronas me acariciaban como tiernos apéndices, acompañando cada una de mis respiraciones y abrazándome de vuelta.

Me había fijado en la hora antes de dirigirme a saludar, así que cuando volví a unirme al grupo pregunté qué hora era... ¡Habían pasado 40 minutos y se habían sentido como 5! Regresé recargada de una amorosa presencia (por eso es tan terapéutico abrazar árboles), y más tarde celebramos el renacer del Dios Sol en nuestras vidas. Un muy feliz Sabbat Menor que trajo renovación a todos los participantes.

¡Gracias por tu compañía, querido lector! ¡Hasta la próxima! Recuerda que me gusta saber qué quieres leer, así que estoy abierta a todas las sugerencias. ¡Feliz Partida, Feliz Reencuentro!

Más información sobre los árboles y la magia:
http://witchesofthecraft.com/2012/01/11/tree-magick-earth-magick/ (En inglés)

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